miércoles, 2 de marzo de 2011
Desde mi Desván...
He dejado comida en la nevera para cien días… He pagado mis deudas, abierto mis cartas, regado las plantas… He cerrado las puertas y ventanas, he apagado las luces y he dejado la alarma conectada. He cepillado al perro, le he dejado agua y comida, y una cama confortable bajo el porche. He dejado un paraguas abierto sobre el espanta pájaros del jardín, y he comprado chocolate suficiente para endulzar las penas de mil vidas… He colgado en el buzón el cartel de vacaciones, y he subido al desván de mis recuerdos, a ese búnker seguro e infranqueable donde no me traspasen las lanzas asesinas. Aquí están prohibidas las partidas de dardos, las armas sin licencia y las agresiones verbales que encañonan el alma y mutilan la palabra… Aquí, junto a este legado de mi infancia, sólo hay lugar para la inocencia.
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