lunes, 4 de julio de 2011

Para Que Nunca Se Olvide...



(A todas las víctimas del 11 M)
A los que se fueron, y a los que se han quedado rumiando por siempre el dolor que les subyuga

Este es el título del documental que en la noche, emitía Tele 5 como merecido homenaje a las víctimas de esa tragedia que hace siete años consternó a España y al mundo.
Cabe decir, en lo que a mí respecta, que a pesar del dolor inevitable que entraña el contenido, me ha parecido un trabajo riguroso y elaborado concienzudamente, con un profundo respeto, lejos del morbo y el sensacionalismo de la sangre derramada y las instantáneas sobrecogedoras. Me ha resultado, sobre todo humano y entrañable, y agradezco a los responsables la intimidad y cercanía que me han hecho llegar en las imágenes y los testimonios emitidos en primera persona, porque gracias a eso, hoy le puedo poner rostro y voz a los nombres.
Aun a pesar del tiempo transcurrido y de estar curtida en el dolor de la muerte antes y después del atentado, aunque por causas ajenas al mismo, sigo manteniendo esa fecha en la memoria como una de las más trágicas y dolorosas que me ha tocado vivir.
No resido en Madrid, y desde luego no iba en ese tren. Afortunadamente ni siquiera viajaba en él nadie allegado, pero me bastaron las imágenes de la masacre y el relato en directo de los hechos, para rasgarme el alma y romperme por dentro, porque ese día, su dolor fue el mío, y su pena, mi tristeza.
Hoy, después de conocer por fotos y vídeos a las víctimas, tanto a los supervivientes como a los que fallecieron, y tras ahondar un poco más en la historia personal de cada uno, es imposible no empatizar doblemente con la injusta amargura de su pérdida y con esa sensación de impotencia con la que nos impregnaron a todos.
Me desbordan los demonios esta noche, lo confieso. Desparraman su hiel por mis entrañas y vomitan salitre sobre esa herida que aún me sangra al recordarlo. Me acongoja hasta las lágrimas cada historia, cada ausencia vital, cada proyecto inacabado. Murieron a pares en algunos casos miembros de una misma familia: padres e hijos, mujeres embarazadas, parejas sin tiempo para estrenar su nueva casa, por ejemplo, o chavales que, en plena juventud aguardaban entusiastas a cumplir el sueño postergado… ¡Demasiada saña concentrada en el nombre de un dios, por más que se haga llamar “Alá” y proclamen sus preceptos un puñado de fanáticos…! ¡No, hay que estar además locos y enarbolar la maldad como bandera!
No me voy a repetir, porque ya en este blog hay una entrada referente a este tema que dejé el 11 de Marzo como sentido recuerdo…
Me gustaría pensar que este mismo documental que a mí me ha vuelto a herir en lo más hondo, lo haya visto también el Presidente del Gobierno de España en esa época. Ese mismo al que los españoles en su mayoría le gritamos mil veces de mil formas distintas NO A LA GUERRA, y que él desoyó haciendo caso omiso y pasándose la plegaria por el mismísimo forro de sus atributos.
Pecando de cruel en forma, fondo, y a conciencia, me gustaría que hiciera una profunda reflexión interna a modo de introspección, y en silencio y sin testigos, entonara el “mea culpa” para sí, y que ese sentimiento se hiciera tan pesado que no pudiera con él, y que le acompañara hasta el resto de los días que le queden, porque si hay algún responsable además de los ya inculpados, es él, y así se lo hicieron saber los españoles en las urnas.
No, no pretendo eximir de pesos ni culpas a los asesinos… ¡Dios me libre! Si de mí dependiera les daría justo final poquito a poco y de uno en uno, pero ese atentado en el que perdieron la vida tantos inocentes y quedaron mal heridos tantos otros, fue el resultado de meter las narices en una guerra absurda que después de todo, ni nos iba ni nos venía, y que la nación rechazaba de pleno a voz en grito, aún sin poder imaginar las consecuencias.
Hay tantas formas de matar como asesinos, y si además el asesinato es en masa, el resultado se llama Genocidio. Que cada cual se aplique el que le encaje y se condecore en justa correspondencia a sus méritos. Yo no sé si son todos los que están, pero de acuerdo a los hechos probados, no me cabe duda alguna de que desde luego, no están todos los que son.
No, no fueron sólo las mochilas que explosionaron el 11M… Hay una que nunca se ha contabilizado. La lleva el Sr. Aznar a las espaldas desde entonces, y espero que la carga sea tan pesada que no le vuelva a permitir caminar erguido ni descansar tranquilo.

A algunos, además de la indignación del recuerdo, nos sigue quedando la decencia de la repulsa, y la esperanza de que tanto dolor haya servido al menos para aprender de los errores a quién o quiénes corresponda. Y nos queda, ¡cómo no! la palabra, para seguir proclamando LA NO VIOLENCIA.

Mi respeto desde aquí a los que murieron. Y a los que a duras penas sobreviven, mi afecto y mi cariño.
Un abrazo desde el alma.

Os dejo este poema que ya publiqué aquí en el otro post con motivo del aniversario del 11 M.


Madrugaba la muerte entre raíles,
viajaba sigilosa
soterrada en mochilas asesinas,
en compases exactos
que detuvieron el tiempo
de todos los relojes.

Detonó la primera, por sorpresa,
sembrando el pánico
de quienes, como tantos otros,
comenzaban a bordo un nuevo día
tan ajenos al fin de la masacre.

No hablaré del horror y la impotencia
porque todos lo vivimos consternados,
y hasta los que estábamos a salvo,
sentimos correr el miedo por las venas
como anestesia letal
que hiela el alma.

Nos robaron la paz esos canallas
en el nombre de Alá y de sus preceptos
salpicados de inquina, odio y demencia
en cobarde emboscada...
Poco me importa ya, si de los suyos
fueron tres, trescientos o tres mil
los que murieron
pues me inyectaron rabia
para ahogarles a todos
en su absurdo fanatismo.

Escogieron Madrid como escenario,
lastimaron el oso y el madroño
empapando el escudo con sangre inocente.
Y fue Atocha cobijo de cuerpos consagrados
en cruel ritual de saña y muerte
alimentando a un dios hambriento de locura.

¡Duelen tanto los muertos
cuando son para siempre...!
¡Cuando entregan el pulso detenido
a ese reloj maldito de lo eterno!
¡Qué más da si después
son santos o inmortales,
si alcanzaron la gloria de los héroes
y almuerzan sentados
a la derecha del Padre!

¡Los buscas y están muertos...!
Tan muertos como la fe que se llevaron
en ese último adiós sin condiciones.

Me quedo, de lo malo
con lo que menos duele...
Rescato al hombre noble
que sigue siendo el hombre.
Me uno a tantas manos
que se multiplicaron
y acudo a mi memoria
para santificarles
por esa valentía
con la que se vistieron.

¡No, que no me diga nadie
que el dolor ajeno es un mendigo
que pasa de largo!
Ni que se han extraviado en el camino
los valores de paz y convivencia...
Yo he visto a esos hombres y mujeres
hacer colas inmensas
sin darle tregua al miedo
para donar la sangre a los heridos
sin distinción de razas ni colores,
sabiendo que podían
correr la misma suerte.

Y he visto arrancar bancos
e improvisar camillas
sin más medios ni mañas
que la propia pasión
que surge de la rabia contenida.
Trabajaron aunados
en un común esfuerzo,
sin mandos militares
ni voces que sometan,
como un ejército eficaz y organizado
movido por la voz de la conciencia.

Yo he visto coger manos,
y taponar heridas
y sostener abrazos hasta el último aliento...
¡Y he visto cerrar los ojos de los muertos
mientras la Cibeles lloraba acongojada!

Me quedo, de entre todo,
con la lección más grande
de conciencia y civismo
que fue Madrid y el mundo.
Con eso, y con la pena
de los que no volvieron,
y con el silencio sepulcral que reina
en ese monumento en Cercanías
donde aparecen inscritos uno a uno.

Y me quedo... ¡cómo no! con la memoria,
y con la expresión sincera
de los ojos anónimos que lloran
cuando alzan la mirada
para leer sus nombres,
tan injustamente colocados
por mucho que les suban tan arriba,
y aun cuando simulen
estrellas luminosas en el cielo.

5 comentarios:

  1. La verdad es que fue una salvajada, y jamás entenderé cómo se pueden cometer atrocidades como ésta, sean por motivos políticos, religiosos o los que sean.
    También quiero aprovechar el momento para decir que yo vivo en el País Vasco y odio tanto ésto como la inmensa mayoría, y me duele que a veces ser vasco sea un precio a pagar; quiero decir que no todos estamos en el mismo saco.
    Soy vasco, pero también odio la violencia, sea doméstica, de género, religiosa, nacionalista radical, etc...y paso todo lo que puedo de la política, y es por ésto que me da mucha rabia que a veces decir que soy vasco es como decir que soy uno de ellos...
    Bueno, que me enrrollo y no paro. Los versos también son preciosos.
    Besos

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  2. Hola Fernando... Ante todo, bienvenido a este espacio de letras y gracias por tu tiempo y tu lectura.
    ETA es responsable de la mayoría del terrorismo de este país nuestro, pero no tuvo nada que ver en el atentado del 11 M, que reivindicó Alca Eda y así queda constancia en el documental del que hablo.
    Respecto a lo de ser vasco y terrorista, aunque entiendo lo que quieres decir, son dos cosas que nada tienen que ver. Por supuesto que se puede ser vasco y buena gente del mismo modo que se puede ser mal nacido y tener raíces en cualquier sitio de la geografía. No te avergüences nunca de tus raíces, Fernando, porque las personas se miden por por su catadura moral y no por el lugar donde han nacido. El ser honesto o no, es una condición del ser humano que no viene determinada por factores territoriales, y yo, así lo entiendo, por eso no me cabe duda alguna de que eres uno de esos muchos vascos que afortunadamente odian la violencia igual que el resto de la sociedad.

    Un abrazo.

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  3. Que preciosidad de entrada has realizado In Memoriam!

    Fué algo terrible, algo que ojalá nunca más vivamos ni en Madrid ni en niguna otra parte del mundo.

    La siembra del terror tal y como fue, en imitación a la gran barbarie neoyorkina, no puede traer más que Caos y en cambio se lleva muchas, muchas vidas. Las de quienes se fueron para siempre y, las de quienes quedaron llorando de pena...

    Besos, guapa!

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  4. Me ha encantado la entrada, el poema, que ya había leído, y al releerlo me ha sabido mejor aún, y también ese himno de la alegría en voz de Miguel Rios. Un beso. Un placer pasar por aquí, como siempre.

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  5. Alma, es una gozada visitarte, eres una gran poeta y narradora, es un placer leerte, todo lo que he leido, pues he estado paseándome por tu maravillosa casita, me ha encantado, Te felicito. Un abrazo grande y seguiré leyéndote en A. de L. Un abrazo muy grande.
    Inés

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